RISUEÑA INVASIÓN
En aquel lugar del
parque la gruesa rama del viejo sauce, recostada desde hace meses entre
la hierba y las flores silvestres, es un caballo manso capaz de galopar
la luna. Los cercos de ligustrina, las frondosas matas de margaritas
campestres, el ombú y los otros árboles, acogen a tiernos, vivaces y
momentáneos fugitivos, inconscientes del paso de las horas. Dentro de la
casa, crayones y acuarelas, hojas, pinceles, muñecos, cuentos de hadas y
duendes, se instalan sobre el piso, para estar al alcance de los enanos
dueños de nuestro corazón. Los niños invadieron todo y juegan.
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