PUERTAS | Gabriela Mistral

 

 

poesía
 

 

 

 

PUERTAS

Gabriela Mistral

Entre los gestos del mundo recibí el que me dan las puertas.

En la luz yo las he visto o selladas o entreabiertas y volviendo sus espaldas del color de la vulpeja.

¿Por qué fue que las hicimos para ser sus prisioneras?

Del gran fruto de la casa son la cáscara avarienta.

El fuego amigo que gozan a la ruta no lo prestan.

Canto que adentro cantamos lo sofocan sus maderas y a su dicha no convidan como la granada abierta: ¡Sibilas llenas de polvo, nunca mozas, nacidas viejas!Parecen tristes moluscos sin marea y sin arenas.

Parecen, en lo ceñudo, la nube de la tormenta.

A las sayas verticales de la Muerte se asemejan y yo las abro y las paso como la caña que tiembla.

«¡No!», dicen a las mañanas aunque las bañen, las tiernas.

Dicen «¡No!» al viento marino que en su frente palmotea y al olor de pinos nuevos que se viene por la Sierra.

Y lo mismo que Casandra, no salvan aunque bien sepan: porque mi duro destino él también pasó mi puerta.

Cuando golpeo me turban igual que la vez primera.

El seco dintel da luces como la espada despierta y los batientes se avivan en escapadas gacelas.

Entro como quien levanta paño de cara encubierta, sin saber lo que me tiene mi casa de angosta almendra y pregunto si me aguarda mi salvación o mi pérdida.

Ya quiero irme y dejar el sobrehaz de la Tierra, el horizonte que acaba como un ciervo, de tristeza, y las puertas de los hombres selladas como cisternas.

Por no voltear en la mano sus llaves de anguilas muertas y no oírles más el crótalo que me sigue la carrera.

Voy a cruzar sin gemido la última vez por ellas y a alejarme tan gloriosa como la esclava liberta, siguiendo el cardumen vivo de mis muertos que me llevan.

No estarán allá rayados por cubo y cubo de puertas ni ofendidos por sus muros como el herido en sus vendas.

Vendrán a mí sin embozo, oreados de luz eterna.

Cantaremos a mitad de los cielos y la tierra.

Con el canto apasionado heriremos puerta y puerta y saldrán de ellas los hombres como niños que despiertan al oír que se descuajan y que van cayendo muertas.

 

 

 

 poemas infantiles  + Gabriela Mistral

 

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