Nana del
niño alegre
¡Duérmete mi niño,
no te despiertes,
que llega la aurora
y no te conviene!
En el salón amplio
de los juguetes
reía y cantaba
el niño alegre,
una mano en el cielo
sostenía el avión,
la otra en el suelo,
¡qué ilusión!
Sus dedos largos
de sueños por el aire abrían
senderos.
Mi niño está llorando,
¿quién le ha pegado?,
no le ha pegado nadie,
que está asustado.
El brillo de sus ojos
se perdía
tras una mariposa verde
y amarilla;
una máquina de tren,
lentamente,
se abría paso entre
los jinetes despojados de sus monturas
desparramados,
como el manojo de sueños
tempranos
que el niño alegre
iba soñando.
¡Duérmete mi niño,
Rey de los cielos,
que llega la aurora
con los malos vientos!
No quiero dormirme madre,
no tengo ganas,
que llega la aurora
y los sueños se acaban. |